TIJUANA, B.C. A 30 DE DICIEMBRE DE 2025.– El Gobierno Municipal de Tijuana cerró el año fiscal 2025 con una cifra que resalta en los informes financieros pero que abre el debate sobre la efectividad de los subsidios gubernamentales: más de 93 millones de pesos fueron dispersados en créditos para el autoempleo. Bajo la administración del alcalde Ismael Burgueño Ruiz, y a través de la Secretaría de Desarrollo Económico (SEDETI), se otorgaron 1,882 apoyos financieros, una estrategia que la autoridad califica como una «consolidación de la política pública» para fortalecer la economía local sin intermediarios.
El despliegue de recursos fue progresivo y estratégico en su geografía política. Según el informe de Pedro Montejo Peterson, titular de la SEDETI, el dinero fluyó en tres momentos clave: mayo en la zona este (La Presa A.L.R.), agosto en el centro administrativo (Palacio Municipal) y un cierre masivo en diciembre en el Monumento a la Madre, donde se concentró casi la mitad del presupuesto anual con más de 46 millones de pesos entregados en un solo evento. Si bien el discurso oficial celebra la eliminación de intermediarios y la transparencia, el análisis de las cifras revela un promedio aproximado de 49 mil pesos por crédito, una cantidad que, en una economía fronteriza dolarizada y con costos operativos crecientes, funciona más como un capital semilla básico o un respiro de liquidez que como una garantía de consolidación empresarial a largo plazo.
El verdadero reto para el Ayuntamiento no radica en la dispersión del recurso, sino en la tasa de supervivencia de estos nuevos negocios. Aunque se reportaron 20 jornadas de capacitación para brindar herramientas administrativas y financieras, la historia de los programas de crédito gubernamentales en México suele enfrentarse a la realidad de la informalidad y la baja recuperación de cartera. La administración de Burgueño apuesta por la confianza en el ciudadano, pero el éxito de esta inversión de 93 millones no se medirá por el dinero entregado en 2025, sino por cuántos de estos 1,882 emprendedores logran formalizarse, sobrevivir al «valle de la muerte» de las pymes y, eventualmente, pagar el crédito para que el fondo sea revolvente, evitando así que el programa se convierta en un fondo perdido de corte asistencialista.






